La idea de que las trabajadoras del hogar tienen un rango
inferior al resto de trabajadores está muy extendida en México. Las muchachas,
o así llamadas a las mujeres que se ocupan de la casa en este país, sufren desde
desprecio y humillaciones hasta abusos sexuales. Y es que las trabajadoras del
hogar mexicano no cuentan con ninguna legitimación de sus derechos laborales.
Se cuentan más de 2.200.000 personas, de ellas el 95% son
mujeres, sin ninguna ley ni convenio ratificado que se ocupe de su regularidad
ni de su integridad, con sueldos muy bajos y jornadas eternas, aparte de una
marcada discriminación.
México firmó el Convenio 189 hace dos años bajo el amparo y
el marco de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El anterior Gobierno lo reconoció y lo puso
"sobre la mesa" de las Cortes, pero el Senado Mexicano aún no lo ha
ratificado para que entre en vigor.
Las trabajadoras del servicio doméstico y demás
instituciones no cesan de presionar para que el Senado ratifique el convenio,
alegando que se trata de derechos humanos más que derechos laborales. Es más,
diversas organizaciones como el CACEH (Centro de Apoyo y Capacitación para las
Empleadas del Hogar) ha verificado cientos de casos de abusos y tratos
discriminatorios sólo por su condición. Aún a riesgo de que se pudieran
discrepar estos datos , en general las mujeres que han sufrido estos maltratos
en sus lugares de trabajo no han querido contar su terrible historia de abusos.
Realmente el convenio recoge ciertas pautas y condiciones
laborales que no son realmente especiales, sino que son un punto de partida
para que a las mujeres del hogar se las trate en igual condición que a los demás trabajadores
del país. Estarían en igual condición que los demás, por lo que se empezaría a
tener un cambio de mentalidad que tanto se necesita para el bienestar laboral
de estas mujeres. El CACEH lo considera
como un cambio necesario para que "acabe la servidumbre en México".
La ratificación del convenio se ve así como un puente para que se consigan la
igualdad y la dignidad en el sector de las mujeres encargadas de la limpieza
doméstica.
Donde está la mayor barrera para que este objetivo quizás se
encuentre en el Senado más que en el cambio de mentalidad de los ciudadanos.
El cómo todavía no se ha ratificado el convenio 189 es fácil
de entender. Los legisladores del Senado
cuentan con servicio doméstico, y la entrada en vigor del presente convenio les
podría perjudicar a todos ellos.
¿Cómo en un país parlamentario se siguen permitiendo estos
abusos en el centro de trabajo?
Parece ser que los prejuicios ganan a las funciones del
sistema, y la humillación a la mujer todavía se espera que sea callada.
México tiene todavía mucho que aprender en cuanto a materia
de derecho laborista. ¿Hasta cuándo el silencio de las víctimas por abusos por
su condición laboral se podrá controlar en el país?
Para más información, véase:
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